Hace unos meses moría víctima del cáncer una de las voces más críticas (de forma justa) contra los abusos de las religiones: Christopher Hitchens. Ya hablamos brevemente sobre él en aquella ocasión. Y mientas buscaba algún libro sobre él para reseñarlo en el blog me encontré con el libro Religión para ateos, escrito por el escritor suizo Alain de Botton y editado en español por RBA Libros en su colección Divulgación. La versión española está tan reciente que no dispongo de la portada todavía. En cuanto esté disonible será incluída como corresponde en su debida posición.
De Botton nace en Zürich, Suiza, en 1969. No sólo se dedica a la escritura. También ha presentado programas de televisión con gran éxito e incluso ha cultivado su vertiente empresarial. De Botton es un pensador reputado que ha puesto su mirada crítica en una variedad de temas, desde el mundo del trabajo hasta la felicidad. Sin lugar a dudas la religión ha sido un tema que le ha atraído bastante pese a ser un ateo declarado. A diferencia de otros ateos insignes su acercamiento al ateísmo ha sido más conciliador que el de otros célebres correligionarios (como el propio Hitchens). Y esta postura es la idea central sobre la que sustenta su libro Religión para ateos, el libro del que vamos a hablar hoy.
Debe ser posible permanecer como un ateo comprometido y aún así encontrar las religiones, de tanto en tanto, útiles, interesantes y consoladoras – y estar abierto respecto a la posibilidad de importar algunas ideas y prácticas a la esfera secular
El libro de de Button nace de una doble provocación. Por un lado y desde la primera página sabe que para los creyentes (que posiblemente no vayan a leer este libro) este libro es una blasfemia. Primero porque dice que las religiones, desde el punto de vista de la existencia de Dios, son un fraude. Esto solo ya hay personas que se lo pueden tomar a mal. Pero el acercamiento a las diferentes religiones, tomando lo mejor de cada uno, es algo que los miembros de las diferentes religiones tampoco acaban de tragar bien. La visión de los credos como diferentes puestos de un mercado donde los individuos, basándose en su racionalidad, eligen lo que más le conviene desafía los discursos oficiales de las instituciones.
Por otro lado de Botton sabe que este libro va a suponer un desafío para los ateos más feroces. La postura oficial del ateísmo no solo está en el rechazo a participar en las manifestaciones de las diferentes confesiones. También consiste en un combate racional a sus ideas. Ya sea porque alguna de sus posturas no sean ciertas (por ejemplo el creacionismo) o porque intentan imponer sus prejuicios como verdades auténticas (sexualidad y contraconceptivos) los ateos, muchas veces, deciden cortar la discusión intelectual al considerar (muchas veces con razón) que aceptar sentarse a discutir con ellos otorga implícitamente al otro un status intelectual superior del que tienen.
Las religiones en las cuales se fija de Botton (y esto es una decepción) son el judaísmo, el cristianismo y, puntualmente, el budismo. Es una decepción porque no tiene sentido incluir dos de las tres religiones del Libro, dejando fuera el islam. Y es una decepción porque precisamente estas tres religiones pertenecen a las bien vistas por las esferas de poder. La variedad de religiones en el mundo es mucho mayor. Hubiera sido interesante ir a religiones menos conocidas en el mundo para reafirmar de mejor forma la tesis fundamental del libro: hay cosas interesante a las que prestar atención en las religiones incluso cuando uno es un no creyente.
Tras un capítulo que sirve a modo de introducción de Botton va enumerando elementos que están presentes en las tres religiones que hemos mencionado y de cuán beneficioso sería, incorporar de forma oficial, esos elementos en las sociedades modernas. Desde al sentimiento de Comunidad hasta la necesidad de las Instituciones, pasando por la Educación o el Perdón. Además Buttón propone una especie de institución laica donde se muestra cómo incorporar esos elementos de una forma civilizada a nuestras vidas.
Recomiendo encarecidamente este libro porque nos ayuda a pensar las religiones de forma diferente. Sin embargo, no comparto la tesis fundamental que subyace en el libro de de Botton. Es cierto que hay elementos buenos en las religiones. Pero es que sería muy difícil que cualquier persona o institución siempre dijera cosas que no tienen sentido. Hasta un burro puede hacer sonar una flauta por casualidad. Cuando uno analiza el saldo de las diferentes religiones normalmente suele haber más en el debe que en el haber (y esto es por supuesto mi opinión personal) así que lo único que le queda a uno es el lamento que deriva de su existencia.
Además, los elementos que enumera de Botton en el libro como positivos (y hay alguno que todavía podría cuestionarse como positivo) uno los puede ir encontrando en los diferentes códigos éticos que se han escrito desde que el mundo empezó a girar. El término moral, para mí, es negativo en tanto que es un código social que se impone al cuidadano. Sin embargo la ética proviene de una reflexión racional personal. El individuo tiene la posibilidad de elegir basándose en sus propias ideas en vez de simplemente tomar lo que el grupo (manada, rebaño) le facilita/impone.
Recientemente de Botton se ha visto envuelto en una polémica al pedir la creación de un templo laico. Ateos insignes, como el gran biólogo Richard Dawkins (luchador incansable contral que el creacionismo se ponga a la misma altura que la evolución) se opusieron a la idea con dos razones inapelables: eso sería un monumento a la contradicción a la vez que una pérdida de dinero. El mejor templo que el laicismo puede tener es una biblioteca, la educación sin prejuicios o el espíritu libre. Pero me gusta la ambición de provocación que de Button causa en las personas. A mí no me ha convencido pero sí que ha contribuido a que reflexione sobre sus ideas y las que personalmente ya tenía antes de empezar a leer el libro. Y cualquier libro que a uno le haga pensar (por cierto, a través de un lenguaje sencillo y divulgativo) es más que recomendable.