A uno le puede gustar o no la forma de escribir del escritor argentino Jorge Luis Borges. Pero hay una cosa que está fuera de toda duda: su gran labor crítica y alto conocimiento de la literatura. Borges, como teórico, es un referente indispensable y sus opiniones deben por tanto ser, al menos, escuchadas. En muchas ocasiones Borges declaró su más profunda admiración por un escritor español (se refería a él como su maestro) conocido por la organización de una de las tertulias más reputadas de Madrid en los años 20: Rafael Cansinos Assens. Nunca había leído nada de él aunque su persona siempre me había fascinado enormente. Para solventar dicha falta adquirí recientemente una novelita corta que publicó en 1922 y que lleva por título La amada fúnebre. Esta obra ha sido recientemente reeditada por Arca Ediciones en formato digital y, evidentemente, es el libro del cual vamos a hablar hoy.
Rafael Cansinos Assens nace en Sevilla en 1882. Con tan solo 15 años muere su padre y la familia se traslada a vivir a Madrid. Empieza en el mundo de la escritura a través del periodismo y de la escuela modernista, ya en su declive. Entonces Cansinos decide apadrinar el Ultraísmo a través de su famosa tertulia del Café Colonial. La labor crítica e intelectual de Cansinos está fuera de toda duda. Borges decía que cuando se despidió de él al dejar España sentía que se despedía de todas las bibliotecas del mundo, pues parecía haber leído todos los libros escritos hasta la fecha. Con la llegada del franquismo Cansinos cae en desgracia por haber apoyado la causa republicana y por sus orígenes judíos. Entonces marcha al famoso exilio interior donde se ganará la vida traduciendo grandes obras al español gracias a su increíble dominio del otras lenguas. Muere en Madrid en 1964.
La historia de La amada fúnebre es muy sencilla. Una noche de invierno por las calles de Madrid Luis, uno de los protagonistas de la historia, se encuentra con Mercedes, la amada fúnebre. Desde el primer momento Luis siente una fascinación por esta persona frágil y humilde. En especial por su encomiable postura frente a la muerte, compañera fiel que le ha ido jalonando la vida con diferentes pruebas que ella ha ido cumpliendo notablemente. Al mismo tiempo, esa continua presencia de la muerte, provoca en Luis ciertos recelos. En un momento determinado dice que no está bien “poner las guirnaldas del amor sobre tanta ruina sepulcral”.
Mercedes, al inicio de la novela, viene de velar a una amiga que se encuentra muy enferma, yaciendo ya en su lecho de muerte. Semejante labor a cualquiera le generaría desasosiego. Sin embargo Mercedes está encantada con este trabajo, de hecho busca estar presente en el momento que su amiga exhale su último aliento de vida. Cansinos nos narra como su afición por lo muertos le viene de una larga experiencia en ese campo. Su abuela, sus padres, su hermano pequeño… todos fueron asistidos por la mano tierna de Mercedes. Los días de fiesta, cuando la gente va a pasear por los parques, Mercedes los pasa en los cementerios limpiando las tumbas de sus seres queridos y adornándolas con ramos de siemprevivas. ¡Incluso su trabajo es el de enlutar sobres! El único familiar vivo que le queda a Mercedes es un hermano que se encuentra en la cárcel por haber cometido un asesinato, así que incluso el único elemento familiar vivo se relaciona de forma terrible con la muerte.
Aunque Luis tiene gran parte de protagonismo Mercedes es la pieza clave de la novela. El título es ya un indicativo muy serio. Desde mi punto de vista hay varios elementos que Cansinos toma en la formación de este personaje. Uno es la figura mitológica de Perséfone. Como hemos dicho anteriormente Cansinos poseía una cultura impresionante. De hecho el libro está plagado de referencias mitológicas. Perséfone (Proserpina para los romanos) es conocida popularmente como la reina de los muertos. Fue raptada y llevada por Hades a los infiernos. Allí pasa la mitad del año, el resto lo hace en la tierra (explicando así los ciclos naturales de las estaciones). También hay una clara vinculación de Mercedes con Antígona, personaje del ciclo tebano, cuyo pasión desmedida por los muertos acaba desencadenando la tragedia.
A finales del siglo XIX y principios del XX surge una nueva ciencia que deslumbra al mundo: el psicoanálisis. Su gran fugura es Sigmund Freud. Freud había dividio los motivos del hombre en dos grandes pulsiones: la pulsión sexual o de vida (representada por Eros) y la pulsión agresiva o de muerte (encarnada por Thanatos). A veces los caminos de ambas se cruzan y se vuelven algo tenebrosas y también violentas. Desde este punto de vista parece que Mercedes ha cimentado su amor bajo una pulsión perversa ya que, en vez de cultivarlo dentro del plano de la felicidad, lo hace dentro del dolor. Su amor está muy vinculado a la necrofilia.
Creo que todos estos elementos se encuentran muy presentes en la novela de Cansinos. Sin embargo la novela no es en exceso tétrica. Es una novela con un lenguaje poético, delicado y elegante. Una novela romántica en cierto modo. Cansinos va narrando la historia y la evolución de los personajes de Mercedes y Luis de una forma cuidada y rica. Hay más melancolía y simbolismo que morbosidad. Mercedes es casi un personaje lorquiano salido de Bernarda Alba.
La Amada Fúnebre es uno de esos libros extraños dentro del canon de la literatura española. Y su autor, Cansinos Assens, una de las raras avis que sobrevuelan la literatura de nuestro país. Uno de esos grandes hombres a los que la historia ha ido enterrando poco a poco (por ignorancia o deliberadamente) y que es nuestro deber rescatar y restituir en su justo lugar. Muchas veces es más cool hablar de escritores extranjeros, sobre todo en el siglo XX, porque consideramos que los nativos no eran lo suficientemente modernos. Pero olvidamos la rica explosión de las vanguardias en nuestro país, una generación que se vio truncada por episodios políticos a la que debemos mirar más detenidamante.