Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi

La semana pasada nos sorprendió la terrible noticia de la muerte de Antonio Tabucchi, escritor italiano de espíritu portugués. Este hueco es irremplazable dentro del panorama literario e intelectual europeo. Su solvencia como escritor y como ser humano está fuera de toda duda. Para honrar su memoria hoy quiero hablar de una de sus novelas más conocidas: Sostiene Pereira.

Tabucchi nació en 1943. De estudiante va a París a estudiar a la Sorbona y allí descubre la obra del gran poeta portugués Fernando Pessoa. A su vuelta a Italia decide embarcarse en el aprendizaje del portugués para profundizar en el universo del poeta. Su obra, tanto de ficción como ensayos, ha sido ampliamente traducida en diferentes idiomas.

Pero yo soy un periodista, replicó Pereira. ¿Y que?, dijo Silva. Que tengo que ser libre, dijo Pereira, e informar a la gente de manera correcta

Sostiene Pereira es un indicio más del enamoramiento que experimentó el escritor italiano con Portugal. La historia del libro es muy sencilla. Un hombre medio, periodista de la sección cultural de un periódico, se ve envuelto en una rocambolesca historia durante la dictadura portuguesa de Salazar. Pese a sus reticencias a meterse en camisa de once varas poco a poco los acontecimientos se van desencadenando de tal forma que Pereira debe decidir si toma o no partido en la causa política, hasta entonces totalmente ajena a su vida. Y hasta aquí puedo leer…

El narrador de la novela es un informe policial. De ahí el título de la novela. Este narrador, a parte de un fabuloso recurso narrativo, supone que no todo lo que se nos cuenta en el libro es real. Es decir, la historia que se nos cuenta es a través de los ojos de los “malos” de la película. Cada gesto, movimiento o palabra de Pereira está condicionado de forma negativa. De hecho la expresión “Sostiene Pereira”, si bien cuadra dentro de los formalismos habituales, es totalmente despectiva. Básicamente la autoridad pertinente no se cree ni una palabra de lo que él dice. Y la autoridad controla, como es natural, los medios de comunicación.

Pereira es un hombre bueno y viudo que no ha hecho nada malo en la vida. Su mayor pecado consiste en abusar de la ingerencia de tortillas para su sustento lo cual le acarrea algún que otro problema de salud. Su estilo de vida es totalmente sedentario. Odia las prisas y tener que andar. Tiene sus costumbres, un trabajo tan honrado como rutinario y un lugar que habitar en paz. Es feliz simplemente navegando en su burbuja cultural.

Como marca la narrativa clásica, un componente nuevo llega al microcosmos equilibrado en el que vive Pereira. Y este componente se llama Monteiro Rossi. Son muchas la diferencias que separan a Pereria de Rossi. Este último es más joven, dinámico y totalmente involucrado políticamente. Colabora en la propaganda izquierdista y busca el apoyo de Pereira, para el que escribe obituarios anticipados que, dado el tono, no puede publicar. Mientras Pereira lucha con su conciencia por cuestiones éticas también lo hace con su corazón. La relación entre Pereira y su médico se convierte en una vía de escape para el periodista.

La complicidad entre el lector y Pereira es inmediata. No hay lugar a dudas donde residen las simpatías de Tabucchi. La intención del escritor es describir y homenajear a esas víctimas de las vida anodinas a las que las circunstancias pueden convertir en héroes de andar por casa. Muchas veces, demasiadas, su nombre no figura en los libros de historia. Sin embargo son ellos los que más sufren las rabietas de los prohombres de la patria. Aún así su mejor arma es, curiosamente, su docilidad: nadie sospecha que puedan hacer algo. Sus gestos, que pueden parecer pequeños vistos desde fuera, son grandes batallas.

Por otro lado la novela es una forma estupenda de asomarse a la historia reciente de nuestros vecinos de Portugal. El desprecio que los españoles hacemos a los portugueses es insultante. Tenemos una gran historia en común y estoy seguro que muchos españoles no saben ni siquiera el nombre de quién está al frente de su gobierno. Y parece aún más ridículo que para leer sobre su historia tenga que venir un italiano (que ya le queda bastante lejos el país) a mostrarnos lo que nos estamos perdiendo. Pero Portugal es sólo el marco de la historia. Tabucchi, en el fondo, utiliza a Salazar como metáfora de otros grandes monstruos. La novela en Italia fue un gran éxito porque muchos hicieron de ello una lectura en clave anti-Berlusconi.

Tengo muchas imágenes grabadas de Sostiene Pereira. Pero la que más destaca mi mente no la generó la lectura sino la película que se hizo sobre ella. El actor que interpretaba a Pereira no era ni más ni menos que Marcelo Mastroiani. Creo recordar que fue el último papel que interpretó antes de morir. La novela es bastante corta y se lee muy rápido. Pero si alguien no tiene tiempo al menos recomiendo que vea la película. El rostro desencajado de Mastroiani andando por las calles bajo un sol de justicia y cargando con su cartera a cuestas se queda grabada en la retina. Y es una metáfora, otra más, de las sociedades modernas de occidente donde se cometen terribles atrocidades y que Tabucchi nunca dejó de señalar.

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