Hola a todos! Ante todos perdonad la tardanza en la publicación de este post. Lamentablemente hemos sufrido ciertos problemas técnicos pero ya los tenemos solventados. Pero al grano, que vamos con dos semanas con retraso. El post de hoy va dedicado a una de las figuras más importantes dentro del panorama cultural español que desgraciadamente se fue durante las vacaciones de Semana Santa: Antonio Mingote. Muchos han sido los comentarios acerca de la obra y personalidad de Mingote. Todos positivos y desde todos los campos ideológicos. Para que en España suceda algo de este estilo tenemos que estar hablando de alguien sumamente excepcional. El libro del maestro del cual vamos a hablar es Hombre solo.
Mingote nació en 1919 en Sitges. Es de esos españoles que ha sufrido todos los regímenes políticos posibles. Entra en contacto con la llamada “Otra generación del 27″ (Jardiel Poncela, Tono, Neville) y empieza a colaborar en la mítica revista La codorniz. En 1953 empieza a colaborar con sus viñeta en el diario ABC (primero de forma periódica y luego diaria) que mantendrá hasta el final de su vida. Su labor no se limita al dibujo sino que hace incursiones en la literatura, el cine, la pintura o el periodismo. En los años 80 hace su entrada en la Real Academia. En todas sus obras Mingote muestra una gran sensibilidad agudeza y precisión.
hombre solo dibujo
Como decimos Mingote es más que un dibujante. Podíamos haber escogido obras literarias de altura como Las palmeras de cartón o Adelita en su desván. Pero, aun teniendo un gran valor literario, debemos hacer justicia a Mingote y escoger aquel libro donde cultiva el género en el que alcanzó la excelencia. Además, de esta forma compensamos que en este año y medio que llavamos con vosotros todavía no haya aparecido ni una novela gráfica en el blog. Hombre solo sale a la luz, por primera vez, en los años 70. La colección de dibujos, cuya cantidad con posteriores reediciones fue aumentando, tiene un solo motivo de reflexión: el ser humano. Sin duda es una obra de gran calado filosófico y existencial donde los hombres se ven obligados a responder a situaciones, legislaciones y diferentes sociedades.
Mingote solía decir que a él la política no le importaba nada. Se veía obligado, por su trabajo, a tener que realizar dibujos de esa temática. Pero donde realmente disfrutaba era haciendo dibujos acerca del ser humano y las situaciones incomprensibles a las que nos tenemos que enfrentar en nuestra vida. Los dibujos de Mingote de Hombre Solo son a veces un mural desolador, una especie de esperpento gráfico que recoge una realidad y nos la devuelve deformada para incitarnos a la reflexión. Muchas veces el dibujos más que reflexión provoca verdadera angustia. Son muchos los dibujos que giran en torno al tema del suicidio.
Mingote se ha servido a lo largo de su carrera de diversos personajes tipos. Entre ellos está el mendigo, casi filósofo, que contempla el mundo libre de los corsés que ahogan la sociedad. Son muchos los mendigos que aparecen en Hombre Solo. Estos mendigos sirven de contrapunto lúcido frente a la sociedad de consumo en la que vivimos. La crítica a la pretenciosa burguesía es otra de las constantes en la obra de Mingote. Junto con ella también son víctimas de sus dardos las diferentes estructuras de poder (político, religioso, fáctico). Pero su crítica no es desde el punto de vista ideológico (izquierda vs derecha) sino humano. Mingote siempre se pone del lado de los hombres que se enfrentan a unas normas que les han impuesto, por muy absurdas que sean.
Pero no todo es pesimismo. De en vez en cuando el hombre consigue, siguiendo las normas, encontrar una vía de escape. Como ese dibujo en el que un hombre pasea por un parque y de repente se encuentra con un cartel que le prohíbe pisar la yerba. La respuesta del hombre es seguir caminando en el parque… ¡pero por el aire! Toda una declaración de principios. La imaginación del hombre se impone a las normas de la sociedad.